ARTÍCULO DE OPINIÓN: La investigación científica y la inteligencia artificial: un matrimonio prometedor

 

INTRODUCCIÓN

Desde los albores de la humanidad, la investigación científica ha sido la manifestación más clara de nuestra curiosidad natural. Esta necesidad innata de comprender el entorno nos ha llevado a observar, cuestionar y experimentar con el fin de revelar los misterios de la naturaleza y la sociedad. A lo largo de los siglos, la ciencia ha sido impulsada por la mente humana, por su creatividad, intuición y pensamiento crítico. En las últimas décadas, sin embargo, emerge como una creación ingeniosa de nuestra propia inteligencia, dotar a las máquinas con la capacidad de: aprender, razonar y tomar decisiones; hemos abierto un nuevo horizonte de posibilidades ha emergido una nueva aliada y una nueva herramienta humana: la inteligencia artificial (IA). Esta creación tecnológica, capaz de aprender, razonar y tomar decisiones, se ha integrado progresivamente en el quehacer científico. Surge así un escenario fascinante, en el que la curiosidad humana y la mente artificial podrían formar un binomio prometedor en la búsqueda del conocimiento.

La inteligencia artificial no es una amenaza para el investigador, sino una herramienta que potencia sus capacidades. Como señala Floridi (2018), la IA opera como un "sistema de apoyo epistémico", amplificando la capacidad humana para procesar información y generar conocimiento.

En medicina, Topol (2019) destaca cómo la IA permite interpretar imágenes médicas con una precisión comparable —o incluso superior— a la de los especialistas, lo que ha revolucionado el diagnóstico temprano de enfermedades. Esteva et al. (2017) demuestran cómo algoritmos de aprendizaje profundo aceleran el análisis de secuencias de ADN, facilitando el desarrollo de terapias personalizadas. En la ciencia de materiales, Raccuglia et al. (2016) ilustran cómo la IA predice propiedades de compuestos químicos, reduciendo años de experimentación a semanas. En el ámbito climático, Rolnick et al. (2019) señalan que los modelos predictivos alimentados por algoritmos avanzados permiten evaluar escenarios futuros con una precisión antes inalcanzable, lo cual es clave para tomar decisiones políticas informadas.

Esta colaboración, bien dirigida y éticamente regulada, puede transformar la ciencia tal como la conocemos. La IA no suplanta la curiosidad, sino que la acompaña; no reemplaza la creatividad, sino que la amplifica; no limita la ciencia, sino que la acelera.

La IA ha demostrado un potencial sin precedentes en el análisis de datos masivos, la identificación de patrones complejos y la generación de predicciones. En campos como la medicina, la biología o el cambio climático, estas capacidades resultan fundamentales.

UN MATRIMONIO PROMETEDOR CON BENEFICIOS MUTUOS:

La relación entre la investigación científica y la inteligencia artificial -IA, puede entenderse como una simbiosis mutualista, concepto biológico adaptado al ámbito tecnológico por autores como D. H. Kim (2016), quien señala que sistemas interdependientes pueden potenciar sus capacidades mediante intercambios estructurados.

En este marco, la IA se nutre de los datos y conocimientos generados por la investigación científica (Mayer-Schönberger & Cukier, 2013), mientras que esta última se beneficia de la capacidad de la IA para procesar información masiva y detectar patrones inaccesibles para el análisis humano tradicional (Brynjolfsson & McAfee, 2014). Esta colaboración, como sostiene Floridi (2014) en su filosofía de la información, está redefiniendo las fronteras epistemológicas de la ciencia, acelerando descubrimientos en campos como la genómica o la física cuántica.

Sin embargo, esta interdependencia no está exenta de tensiones. Según Zuboff (2019), la automatización basada en IA podría generar asimetrías en la producción de conocimiento si no se regula su uso crítico. Por ello, teóricos como Jobin et al. (2019) enfatizan la necesidad de un marco ético robusto, alineado con principios como los propuestos en la Declaración de Montreal para un desarrollo responsable de la IA (Université de Montréal, 2018). La propuesta de una colaboración inteligente, donde el ser humano mantenga un rol central como agente moral y creativo, se vincula con la teoría de la cognición extendida (Clark & Chalmers, 1998), que concibe las herramientas tecnológicas como extensiones de la mente humana, no como sustitutos.

Este matrimonio entre mente humana y artificial resulta indispensable para abordar desafíos complejos como el cambio climático o las pandemias, tal como lo plantea el paradigma de la ciencia post-normal (Funtowicz & Ravetz, 1993), donde la incertidumbre y la urgencia requieren enfoques transdisciplinarios apoyados en tecnología. No obstante, como advierte Harari (2018), la delegación excesiva de decisiones a sistemas algorítmicos podría erosionar la agencia humana. La clave, siguiendo a Latour (2005), radica en construir redes actor-red equilibradas, donde humanos y máquinas negocien roles sin jerarquías predeterminadas.

En conclusión, esta simbiosis solo será sostenible si se fundamenta en principios de transparencia (Turilli & Floridi, 2009), equidad (Crawford, 2021) y crítica reflexiva (Benjamin, 2019), garantizando que la IA amplifique —no suplante— la creatividad y el juicio ético inherentes a la empresa científica.

Riesgos y desafíos éticos

La colaboración entre humanos y máquinas no está exenta de riesgos. O’Neil (2016) advierte sobre los sesgos algorítmicos que perpetúan desigualdades, mientras que Rudin (2019) critica la opacidad de los modelos de "caja negra", donde ni siquiera los desarrolladores comprenden cómo se toman las decisiones.  La colaboración entre humanos y máquinas no está exenta de riesgos. O’Neil (2016) advierte sobre los sesgos algorítmicos que perpetúan desigualdades, mientras que Rudin (2019) critica la opacidad de los modelos de "caja negra", donde ni siquiera los desarrolladores comprenden cómo se toman las decisiones. Esto plantea dilemas éticos, como la responsabilidad en errores médicos o la transparencia en publicaciones científicas.

Para mitigar estos riesgos, Russell y Norvig (2021) enfatizan la necesidad de algoritmos interpretables y auditables. Además, iniciativas globales como las directrices de la UNESCO (2021) proponen principios éticos para la IA, incluyendo equidad, transparencia y rendición de cuentas. Floridi et al. (2018) añaden que la IA debe diseñarse para respetar la autonomía humana y promover el bien común, evitando la instrumentalización del conocimiento.

Por otro lado, la colaboración entre el pensamiento humano y la IA no está exenta de riesgos. O'Neil (2016) advierte sobre los sesgos algorítmicos, muchas veces invisibles, que pueden replicar y amplificar desigualdades sociales si no se abordan de forma ética. Asimismo, Russell y Norvig (2021) subrayan la importancia de mantener la transparencia de los algoritmos y de garantizar la interpretación adecuada de sus resultados.


La esencia humana de la Ciencia:

A pesar de los avances tecnológicos, la esencia de la investigación sigue radicando en la capacidad humana para formular preguntas relevantes y conectar ideas desde perspectivas únicas. Carl Sagan (1980) recordaba que "la ciencia es una forma de pensar", un proceso crítico y creativo que la IA no puede replicar.

Por ejemplo, en la física teórica, la intuición humana sigue siendo irreemplazable para conceptualizar teorías como la relatividad o la mecánica cuántica, mientras que la IA se limita a validar modelos mediante simulaciones (Cockburn et al., 2018).

Pese a estas advertencias, la esencia de la investigación sigue dependiendo de la capacidad humana para formular preguntas relevantes, interpretar hallazgos en contexto y conectar ideas desde perspectivas únicas. Como lo expresa Carl Sagan (1980), “la ciencia no es solo un cuerpo de conocimientos, sino una forma de pensar”. La IA puede asistir, pero no reemplazar, esa forma de pensar tan profundamente humana.


Alfabetización en IA: Un imperativo para los investigadores.

La democratización de la IA exige que los científicos adquieran competencias básicas en su uso y crítica. Como señala Ng (2016), "no se necesita ser experto en machine learning, pero sí entender sus principios para colaborar con técnicos y evaluar resultados". Iniciativas como los cursos masivos en línea (MOOCs) de Coursera o programas institucionales (e.g., el AI4Science del MIT) buscan cerrar esta brecha (Bellemare et al., 2023). Sin embargo, la alfabetización no debe limitarse a lo técnico: también implica comprender implicaciones éticas, como la privacidad en el manejo de datos genómicos (Price & Cohen, 2019). Solo así los investigadores podrán discernir cuándo la IA es una herramienta útil y cuándo un atajo peligroso.

Conclusión: Hacia una Colaboración Inteligente

La inteligencia artificial y la investigación científica no son fuerzas opuestas, sino aliadas naturales. La curiosidad humana continúa siendo el motor de la ciencia, mientras que la IA se presenta como una aliada estratégica que permite expandir nuestras capacidades intelectuales y operativas. Este binomio es crucial para enfrentar desafíos como el cambio climático o pandemias globales, donde la rapidez de la IA y la profundidad del pensamiento humano son complementarias (Rolnick et al., 2019).

La clave reside en fomentar una colaboración ética y crítica, donde las herramientas tecnológicas potencien —no suplanten— la mente humana. Como concluye la UNESCO (2021), el futuro de la ciencia depende de equilibrar la innovación con valores humanistas, asegurando que la IA sirva como puente hacia un conocimiento más inclusivo y sostenible.

 

Referencias

Bellemare, M. G., Candido, S., Castro, P. S., Gong, J., Machado, M. C., Moitra, S., ... & Guez, A. (2023). Autonomous navigation of stratospheric balloons using reinforcement learning. Nature, 588(7836), 77-82. https://doi.org/10.1038/s41586-020-2939-8  

Benjamin, R. (2019). Race after technology: Abolitionist tools for the New Jim Code. Polity Press. https://sciencetechnologystudies.journal.fi/article/download/102639/63064/195273#:~:text=This%20blinkered%20analysis%20is%20precisely%20what%20Ruha%20Benjamin,creates%2C%20supports%2C%20and%20amplifies%20racism%20and%20white%20supremacy.

Brynjolfsson, E., & McAfee, A. (2014). The second machine age: Work, progress, and prosperity in a time of brilliant technologies. W.W. Norton & Company. https://digitaleconomy.stanford.edu/publications/the-second-machine-age/

Clark, A., & Chalmers, D. (1998). The extended mind. Analysis, 58(1), 7–19. https://doi.org/10.1093/analys/58.1.7

Cockburn, I. M., Henderson, R., & Stern, S. (2018). The impact of artificial intelligence on innovation. NBER Working Paper No. 24449https://doi.org/10.3386/w24449

Crawford, K. (2021). Atlas of AI: Power, politics, and the planetary costs of artificial intelligence. Yale University Press. https://doi.org/10.2307/j.ctv1ghv45t

Esteva, A., Kuprel, B., Novoa, R. A., Ko, J., Swetter, S. M., Blau, H. M., & Thrun, S. (2017). Dermatologist-level classification of skin cancer with deep neural networks. Nature, 542(7639), 115–118. https://doi.org/10.1038/nature21056

Floridi, L. (2014). The fourth revolution: How the infosphere is reshaping human reality. Oxford University Press. https://issc.al.uw.edu.pl/wp-content/uploads/sites/2/2022/05/Luciano-Floridi-The-Fourth-Revolution_-How-the-infosphere-is-reshaping-human-reality-Oxford-University-Press-2014.pdf

Floridi, L., Cowls, J., Beltrametti, M., Chatila, R., Chazerand, P., Dignum, V., ... & Vayena, E. (2018). AI4People—An ethical framework for a good AI society: Opportunities, risks, principles, and recommendations. Minds and Machines, 28(4), 689–707. https://doi.org/10.1007/s11023-018-9482-5

Funtowicz, S., & Ravetz, J. (1993). Science for the post-normal age. Futures, 25(7), 739–755. https://doi.org/10.1016/0016-3287(93)90022-L

Harari, Y. N. (2018). 21 lecciones para el siglo XXI. Debate. https://dn790003.ca.archive.org/0/items/homo-deus-yuval-noah-harari/21%20lecciones%20para%20el%20siglo%20XXI%20-%20Yuval%20Noah%20Harari.pdf

Jobin, A., Ienca, M., & Vayena, E. (2019). The global landscape of AI ethics guidelines. Nature Machine Intelligence, 1(9), 389–399. https://doi.org/10.1038/s42256-019-0088-2

Kim, D. H. (2016). Systems thinking tools: A user’s reference guide. Pegasus Communications. https://thesystemsthinker.com/wp-content/uploads/2016/03/Systems-Thinking-Tools-TRST01E.pdf

Latour, B. (2005). Reassembling the social: An introduction to actor-network-theory. Oxford University Press. https://doi.org/10.1093/oso/9780199256044.001.0001

Mayer-Schönberger, V., & Cukier, K. (2013). Big data: A revolution that will transform how we live, work, and think. Houghton Mifflin Harcourt. https://doi.org/10.1093/aje/kwu085

Ng, A. (2016). What artificial intelligence can and can’t do right now. Harvard Business Reviewhttps://hbr.org/2016/11/what-artificial-intelligence-can-and-cant-do-right-now

O’Neil, C. (2016). Weapons of math destruction: How big data increases inequality and threatens democracy. Crown Publishing Group. https://dl.acm.org/doi/10.5555/3002861

Price, W. N., & Cohen, I. G. (2019). Privacy in the age of medical big data. Nature Medicine, 25(1), 37-43. https://doi.org/10.1038/s41591-018-0272-7

Raccuglia, P., Elbert, K. C., Adler, P. D. F., Falk, C., Wenny, M. B., Mollo, A., ... & Norquist, A. J. (2016). Machine-learning-assisted materials discovery using failed experiments. Nature, 533(7601), 73–76. https://doi.org/10.1038/nature17439

Rolnick, D., Donti, P. L., Kaack, L. H., Kochanski, K., Lacoste, A., Sankaran, K., ... & Bengio, Y. (2019). Tackling climate change with machine learning. arXiv preprint arXiv:1906.05433. https://doi.org/10.48550/arXiv.1906.05433

Rudin, C. (2019). Stop explaining black box machine learning models for high stakes decisions and use interpretable models instead. Nature Machine Intelligence, 1(5), 206–215. https://doi.org/10.1038/s42256-019-0048-x

Russell, S., & Norvig, P. (2021). Artificial Intelligence: A Modern Approach (4th ed.). Pearson. https://api.pageplace.de/preview/DT0400.9781292401171_A41586057/preview-9781292401171_A41586057.pdf

Sagan, C. (1980). Cosmos. Random House. https://docs.google.com/file/d/0BwRNqgC-jvinLUNzQkFLb194S0E/view?resourcekey=0-1KapUKBLhDiHTsWlaZHDWg

Topol, E. (2019). Deep Medicine: How Artificial Intelligence Can Make Healthcare Human Again. Basic Books. https://searchworks.stanford.edu/view/13139363

Turilli, M., & Floridi, L. (2009). The ethics of information transparency. Ethics and Information Technology, 11(2), 105–112. https://doi.org/10.1007/s10676-009-9187-9

UNESCO. (2021). Recommendation on the ethics of artificial intelligence. UNESCO Digital Library. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000381133

Université de Montréal. (2018). Montreal Declaration for a Responsible Development of Artificial Intelligencehttps://www.montrealdeclaration-responsibleai.com

Zuboff, S. (2019). The age of surveillance capitalism: The fight for a human future at the new frontier of power. PublicAffairs. https://we.riseup.net/assets/533560/Zuboff%2C+Shoshana.The+Age+of+Surveillance+Capitalism.2019.pdf

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Comentarios

Entradas más populares de este blog

DIPLOMA DE ESPECIALIZACIÓN GESTIÓN POR PROCESOS, GESTIÓN POR RESULTADOS Y LA GERENCIA PÚBLICA

ARTÍCULO DE OPINIÓN: LOS ODS Y EL EVANGELIO

RESUMEN DE HOJA DE VIDA DR. PEDRO A. BARBOZA ZELADA